Dejar ser a nuestros hijos

Tenemos una idea mágica de cómo queremos que sean nuestros hijos; de repente nacen, van creciendo y desarrollando su temperamento, y estamos averiguando ¿A quién salió tan respondón? ¿Por qué es tan necio? Decenas de preguntas similares nos pasan por la cabeza.
El sueño desaparece, nos topamos con individuos con convicciones e ideas diferentes a las nuestras. Aquí empieza el trabajo porque hay que reconciliar, negociar, aprender que ellos son diferentes y sus decisiones hay que respetarlas.
Entender que las amenazas o castigos tendrán poco efecto y que es mejor construir una relación de respeto y comunicación para llevarnos bien.
Ayer fue uno de esos días que quería correr; discusión con el mayor, la menor se enfermó y el cansancio hizo que estuviera a punto de tirar la toalla.

Gracias a Dios de eso terrible salió algo mejor, abrimos nuestro corazón y hablamos, encontrando ideas en las que sí estamos de acuerdo y quedamos en trabajar con las que no.
Salimos a distraernos, cambiamos de aire y en la noche nos dio por crear, imaginar nuestro futuro ideal cada quien en lo suyo. Los viajes acordamos que es lo que quisiéramos compartir en familia.
La nena empezó a escribir en un cuaderno historias de una idea que tuvo cuando tenía 4 años.
Yo aterricé algunos proyectos pero sin duda el más importante es estar bien con mi familia, estar juntos, acompañarnos y apoyarnos.
Está bien decir lo que pensamos pero hay que cuidar nuestras palabras para no herir. Reconocer en otros sus aciertos y cosas positivas para no aplastar corazones.
Ser apoyo sólo cuando te lo piden; quedarte observando es difícil, como mamás/papqueremos estar ahí para cacharlos y que no sufran, pero precisamente en las caídas está la lección.
Dejarlos ser, dejarlos que se caigan y dejarlos que asimilen la lección y aprendan es una de las cosas más difíciles de ser mamá.

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Mamá improvisada

Les debo decir que me encanta saber exactamente lo que va a suceder, cómo responder y mantener todo bajo control, pero en mi caso la maternidad llegó y me tomó desprevenida; nadie me dijo lo que iba a experimentar.

Fui la primera de mis amigas en tener un hijo así que me sentí sola y con una responsabilidad enorme por ese ser que crecía dentro de mí.
Los meses fluyeron, las molestias no fueron pesadas, lo disfruté, pero ese miedo creció.

Llegó este niño hermoso y bien portado; no lloraba, dormía muchísimo pero en el día y durante tres meses me tuvo despierta 20 horas al día, me tomaba como su chupón humano y no se despegaba. Me sentía una improvisada de la maternidad. Tenía miedo de despertarlo, tenía miedo de besarlo y contagiarlo (de nada estaba sana), tenía miedo de llevarlo a dormir y dejarlo solo, tenía miedo de que alguien más lavara sus biberones y lo hiciera mal, tenía miedo de entrar a su cuarto y despertarlo. En resumen tenía miedo de todo, de equivocarme, de fallar y ser una mala mamá.

Y ¿Qué creen? Si, me equivoqué en todo porque quería ser perfecta y les tengo una gran noticia ¡No hay mamá perfecta!.
Relájense, disfruten y sólo den lo mejor, éntrenle con todo a la aventura más grande que es la maternidad, se equivocarán, lo remediarán; no hay competencias, la maternidad es algo que ocurre entre tú y tus hijos; extraños y/o conocidos absténganse de criticar o juzgar, de por sí es difícil esto de criar para todavía lidiar con otros ajenos a ello.

Así que si tú te sientes igual te digo que hay luz al final del camino, cada día te sentirás más segura; el instinto maternal no falla. Disfrútalo porque se va de volada; este año mi hijo, ese bebé cumple 15 años y créeme cambiar el pañal o hacer la papilla es pan comido a comparación a educar a un adolescente. Juega, ama y ríe lo más que puedas, toma muchas fotos, porque después ya no te dejarán, y habla mucho con ellos, déjale claro que lo amas más que nadie en todo el universo.

Felicidades mamás.

Mis amigas blogueras y yo nos unimos para esta celebración, quédate a leer.

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Acompañar a mi adolescente

Yo tengo un hijo de la edad de Federico, el agresor de los hechos ocurridos en Monterrey, y hoy más que juzgar a los papás de ese niño me puse a analizarme a mi.
¿Reviso la mochila de mi hijo? No
¿Tengo la clave de su celular? No
¿Estoy diario por las tardes a su lado? La mayoría de los días si pero a veces no.
Entré en pánico.
Me considero una buena mamá y me tranquiliza los valores que le he inculcado a mi hijo unido al ejemplo que le doy diariamente.
Ayer decidí hablar con mi hijo y decirle lo que pasó. Gracias a Dios no estaba enterado ni vio el video. Pero yo sabía que hoy iba a ser el tema en la escuela y mejor quise adelantarme y decírselo yo; además desde hoy van a revisar las mochilas a la entrada.
Le hable de lo que pasó, le pedí que no viera el video. No hay razón. Y que estuviera al pendiente de los grupos en FB que incitan a la violencia. Que no caiga en ellos.
Que este al pendiente si hay algún compañero que habla de hacer daño. Se puedo prevenir.
El chiste es que no se calle por miedo o pena. Que hable.
Me dijo que no sabía de esos grupos secretos en Facebook (Quiero creerle y revisarle de todas formas el celular).
Antes de dormir me dijo: «Mira mamá estuve mezclando una canción con un programa de DJ en mi celular es la primera que hago quiero que la escuches».
Vi el reloj y ya pasaban de las 12 pero pensé que para él era importante asi que decidí hacer de la vista gorda y esperar 3 minutos más para que se durmiera.
Me puse los audífonos y mi hijo se acercó y me pidió que le rascara la espalda.
Mientras escuchaba su creación y lo tenía cerca agradecí infinitamente esos tres minutos en los que me quiso compartir lo que hace, en los que me quiso tener a su lado y oré para que siga siendo así.
Tomaré acciones, pero más que hacer hay que hablar con ellos de la realidad, que estén alertas y fomentar su autoestima, su seguridad para que en el momento en el que tenga que tomar una decisión fuerte lo haga. Para que vea que las consecuencias pueden ser fatales y que con un solo niño que hubiera tenido los pantalones de hablar sobre la amenaza se hubiera podido prevenir.
Esto para mí es una llamada de atención, una muy dolorosa y triste sobre una generación de niños que se sienten solos con padres en modo avión que viven conectados a sus dispositivos. En el que por llamar la atención o sentir que pertenecen a un grupo toman malas decisiones.
Los adolescentes están en su búsqueda, en encontrarse, se cierran y se ponen un caparazón impenetrable. No importa, debemos estar cerca, hablar, hablar, hablar, algo se les quedará. No darnos por vencidos con mano firme y un amor incondicional estar ahí para ellos.

10 habilidades para formar niños competitivos

Hace un año la revista Forbes publicó un artículo en el que se menciona a México en el quinto lugar como generador de ninis (jóvenes que ni estudian ni trabajan) entre los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) con un 22% de los jóvenes mexicanos de entre 15 y 19 años.

Así mismo la revista puso el listado de 10 habilidades que se deben de fomentar fuera del salón de clases para ayudarlos a que en un futuro estos niños sean parte de la fuerza productora y tengan mejores oportunidades.

  1. Autoaprendizaje: Fomentar en el niño hábitos de estudio y fomentar la curiosidad en el mismo. Esto hará que el niño siga estudiando en su casa y refuerce los conocimientos diarios.
  2. Ser responsables: Comenzando por hacer la tarea, nosotros como madres tenemos la responsabilidad de supervisar los deberes, no hacerlos, solo estar atentas a que los niños si hagan sus trabajos. Es un hábito que en un futuro se verá al entrar a cualquier empresa y dar resultados.
  3. Mostrar Tenacidad: Se resume en no abandonar al primer obstáculo. En el mundo laboral el trabajador más valioso es el que busca soluciones y encuentra la mejor.
  4. Tolerancia a la frustración: Decir no a los hijos es un ejercicio que fomentará su paciencia. Esto a largo plazo los hará resistentes a las pruebas que la vida les irá presentando.
  5. Compromiso: Tanto consigo mismo como con su país. Una de las virtudes más buscadas en los empleados es que tengan un compromiso con la empresa, el que se pongan la camiseta hace trabajadores más leales y más felices en su labor. Y en todos los aspectos de la vida como emocionales, familiares y de trabajo una persona comprometida lo hará todo para ayudar a las metas de los demás.
  6. Capacidad de Análisis: Ya pasó la época en la que los niños aprendían de memoria todo, hoy es mucho más importante que sepan entender un problema y elaborar estrategias de solución. Como lo vimos en el punto de tenacidad el trabajador que soluciona es el que se evalúa mejor, no el que sabe la teoría y no la aplica.
  7. Habilidades Tecnológicas: Es un punto extra a aquellos niños que ya saben cómo pueden sacar provecho de la tecnología para buscar información pero además que usan aplicaciones específicas para mejorar su desempeño en la escuela y en un futuro para mejorar las tareas en su trabajo.
  8. Seres sociales: Hay que fomentar que los niños hablen en público y generen empatía. Trabajar en equipo es un requerimiento en la mayoría de las empresas y también hacerlos conscientes que sus acciones afectan a otros y al mundo en el que viven.
  9. Conciencia medioambiental: Hacerlos concientes de que sus acciones afectan al medioambiente, si quieren tener un futuro y más allá un planeta en el cual vivir, este punto es clave para todos los niños hoy en día. Acciones sobre reciclar, enseñarles cuál es su huella en el mundo, cuánto afecta comer una hamburguesa hoy en día, de forma lúdica hacerles comprender esto.
  10. Competencias inter e intrapersonales: Cómo se relacionan con ellos mismos y con los demás. Cuidar su cuerpo, ejercitarse comer sano, desarrollar otras actividades como hobbies harán de los niños de hoy adultos integrales. Fomentar la comunicación, la cooperación, que hagan voluntariado y que tengan una idea de la realidad a la que otros menos afortunados que ellos se enfrentan. Esto no solo hará que valoren el modo en el que viven sino les plantaremos una semilla del compromiso social que tienen con otros.

¿Qué modales debemos enseñar a nuestros hijos?

Diariamente nos topamos con personas que actúan de forma muy ruda, no agradecen, no piden por favor las cosas, en definitiva se ve que sus mamás no les enseñaron modales. Es cierto la educación sobre los buenos modales debe empezar en casa a muy temprana edad y va más allá de decir: ¨Por favor¨ y ¨Gracias¨. ¿Qué otros modales deben inculcar en sus hijos? Aquí les damos unos cuantos:

  1. Pedir las cosas ¨Por favor¨: de verdad parece elemental pero no lo es. Hay muchos niños (igual adultos) que creen que pueden obtener todo lo que quieran, en el momento en el que lo desean y tampoco sienten agradecimiento por la persona que se los proporciona. Imaginan un mundo con adultos que pidan las cosas por favor. Bueno no nos vayamos tan lejos, ¿Saben cuánto ayudaríamos a la maestra de kinder?
    Detener la puerta: seguramente les ha pasado que están por cruzar un puerta detrás de alguien y ese alguien la suelta justo en su cara. Es necesario poner el ejemplo y enseñar a los niños a que se pueden detener por unos segundos y sostenerle la puerta a la persona que viene detrás.
  2. Respetar el turno de otros: no hay nada más irritante que ver cómo una persona se salta la fila para comprar primero los boletos del cine, para pagar en el supermercado o en la cafetería. El enseñar a los niños a burlar este orden y no respetar el turno de otros hace que crezcan con la idea de que pueden pasar por encima de quien sea. Evítenlo por favor.
  3. Dar las Gracias: una de las cosas de las que más se quejan los adultos en un ambiente laboral es que su jefe o jefa no reconoce su trabajo. Lo mismo sucede con las amas de casa, quienes su dilema es la falta de reconocimiento; nadie les agradece su dedicación en el hogar. Deben enseñar a los niños a agradecer la ayuda que reciben, el alimento que se les provee y hasta los regalos en su cumpleaños o navidad. No es nada difícil, si se les pone el ejemplo; si ayudan a bajar las bolsas del super, a poner la mesa, a sacar la basura hay que agradecerles sincera y efusivamente, esto les hará sentir bien y los animará a seguir ayudando. Cuando crezcan recordarán lo bien que se siente que otro agradezca su esfuerzo y harán lo propio.
  4. Ayudar a quién lo necesita; desde pequeños hay que enseñar a los niños a ofrecer ayuda a quien lo necesita; ya sea un adulto mayor a quien se le cayeron algunas monedas, alivianar la carga a una señora embarazada, impedir que otros molesten al niño nuevo en el salón. Esto es más cuestión de principios y de empatía, hacerles ver a los niños que en las mismas situaciones ellos querrían tener ahí mismo a alguien que les ayudara.
  5. Pedir perdón: parece sencillo pero es de las más difíciles. Existen personas que simplemente no pueden decir: ¨Lo siento¨. Como madres es importante enseñarle a los niños que está bien equivocarse, que es mejor aceptar los errores y corregirlos, en lugar de tratar de cubrirlo pues al final se empeoran las cosas. Hay que darles la confianza a los niños de que pueden fallar, que no tienen que ser perfectos y que de su humanidad salen las grandes lecciones.
  6. En la mesa: después de los anteriores esta parece menos importante, pero hay que hacer hincapié en los niños a que usen los cubiertos adecuadamente; no hablar con la boca llena; esperar a que todos tengan su plato para comenzar a comer; preguntar si se puede levantar de la mesa; agradecer a la persona que preparó los alimentos y llevar los platos a la cocina.

Como madres somos responsables de esos niños que en un futuro se convertirán en el jefe, jefa, el esposo(a), padre, madre de otros. ¿Cómo queremos que se relacionen con ellos?

En el parque que crecí

Si hay algo que les gusta a mis hijos es andar en bici, pueden estar horas dándole a los pedales sin cansarse. Son felices.
Hace poco fui al parque que está cerca de la casa de mi mamá. En el parque en cuestión pasé mi infancia, adolescencia y ahora que regresé me dio un gusto enorme ver que lo han puesto más bonito.
Los vi disfrutar. como yo lo hacía, dando infinidad de vueltas en la bici. Me preguntaban si yo salía a andar en bici y les platiqué de cuando me persiguió un perro que casi me mordió, también cuando pasé un tope y me caí y sí, también les dije que lo que más me dolió fue la vergüenza que el golpe.
Les conté de mis amigos y mis amigas, de que salía todas las tardes a caminar con mi mamá y de que el niño más guapo casualmente salía a la misma hora que yo en su patineta y lo jalaba su pastor alemán.
Cuando aprendí a manejar cambié las vueltas caminando por las vueltas en mi coche, un Tsuru azul claro que podría poner en aprietos a un Dodge Shadow turbo. No por nada mi mejor amigo me decía «Fitipaldi», pero eso no se lo vayan a decir a mi mamá.
El caso es que, en ese parque, viví muchas cosas. Ahora me encanta disfrutar y compartir más aventuras con mis hijos en otros parques como el de viveros, el de los coyotes, en Xochitla o el último que visitamos, el parque ecológico Tepozteco; gran experiencia que en otra ocasión platicaré.
Esta última semana de vacaciones aprovéchenla y visiten algún parque juntos.