Mis primeros tacones los compré para la boda de mi prima hermana, Norma. Llevaba un vestido de top negro de terciopelo y falda de satín fucsia, los tacones eran igual de terciopelo negro ad-hoc para el evento.
Me sentía soñada, no pasaba de los 16 años. Los mismos me sirvieron para mi graduación de prepa.
Después compré otros tacones en mi viaje a Wisconsin. Eran unas botas rudas e impermeables para caminar entre nieve y lodo. Me encantaba su gran tacón pues hacía que me viera menos enana al lado de mi novio de 1.90. Con ellas rodé 12 escalones, pues el piso se volvía resbaloso al contacto del agua, casualmente fue el día que tronamos (dejé de ponérmelas tan seguido).
Después adquirí unos tacones más ejecutivos para el día de mi graduación de la universidad, y me acompañaron en mi primer trabajo. Eran unos tacones de piel negra y tacón ancho muy cómodos.
Los siguientes tacones importantes en mi vida fueron para mi boda. No fueron de satén, ni zapatillas. Fueron unos tenis de lona blancos con cinco centímetros de tacón. Sí confieso que quería comodidad, poder saltar y brincar sin cansarme. La boda comenzó desde las 3 de la tarde y terminó hasta las 6 de la mañana, en Casa Arabesque, y esos tacones cumplieron su función; cero cansancio o molestia.
Sigo comprando tacones. Nada mejora la apariencia y da porte como un tacón. Desafortunadamente, ahora los saco menos del clóset pues los eventos, principalmente infantiles, me obligan a llevar flats o tacones diminutos. Sin embargo, no pierdo ningún pretexto para entaconarme.
¿Qué tacón ha sido importante en su vida?