Ángeles terrenales

irenebuena

Desde kínder, en la escuela en la que fui me daban una clase que se llamaba Orientación que bien pudieron ponerle catecismo. Llevábamos libro de texto y hasta Biblia. Por ahí de tercero de primaria el tema fue Ángel de la guarda, recuerdo que nos dijeron que cuando nacemos Dios nos asigna a cada uno un ángel que nos cuida siempre, nos aconseja y guía nuestros pasos. Me emocioné. La miss nos dijo que le pusiéramos el nombre que nos gustara para tener más confianza y hablarle de tu a nuestro angelito personal.

Bauticé al mío con el nombre de Alexia. Desde ese día hasta hoy, hablo con Alexia y le pido ayuda desde lo más tonto, como encontrar lugar en algún estacionamiento, hasta que vaya con el angelito de alguien más y le diga que me llame para algo. He de confesar que es raro el día que no funciona. Creo firmemente que somos seres espirituales y todos estamos unidos de una forma u otra.

Hoy le pido a mi ángel que vaya con cada uno de quienes leen Diarios en tacones y ayuden a nuestra invitada de mañana, se llama Natalia tiene 18 años y si no obtiene un trasplante doble de pulmón va a morir. Ella necesita un millón de dólares para pagar la operación, medicamentos y terapia.

Es por eso que les pido que mañana conozcan a Natalia, esta es su página web, y en Twitter @breathinglifeN, que la ayuden con alguna de las tantas opciones que hay para lograr que se opere lo antes posible.

Por último les pido que compartan este texto para que otros ángeles conozcan a Natalia y se llegue más rápido a la meta.

Les agradezco infinitamente su ayuda.

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Estamos a mano

irenebuena

Mañana cumplo años, 40 años. Me saca de onda el número, no llegar al cuarto piso.

En este instante escribo este texto frente al mar, con las olas de fondo e iluminada por una luna enorme; estoy rodeada de grandes amigas y mis hijos pero falta mi esposo. ¿Por qué siempre faltará algo (alguien)?

Tenía planeado un gran festejo: contratar al mago Frank quien estuvo en mi cumple número uno e invitar a medio Twitter y Facebook, pero me di cuenta que hoy me conformo con muy poco: una caminata por la playa, una taza de té bien caliente y las carcajadas de mis niños.

Mejor ahorraré para irme de shopping con unas amigas en noviembre.

En resumidas cuentas, quedo a mano hasta el momento de cosas buenas y malas en mi vida. Borraría, sin duda, ciertos episodios. Si pudiera, sí cambiaría algunas decisiones. En fin, c’est la vie!

No tengo plan para mañana, es más, ahorita voy en carretera. Llegando lo echaré a un simple volado: águila será cenita, sol será cine.

Gracias por acompañarme este año, gracias por leerme y comentar. Gracias por estar y permitirme ser tal cual soy con ustedes.

Happy birthday to me!

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¡Águila! Cenita y se me antoja una alcachofa

Cuando Alejandro Sanz me besó

irenebuena

Cuando me gradué de la preparatoria, ya llevaba un año trabajando en un programa radiofónico de Lucha Libre, así que decidí estudiar Ciencias de la Comunicación, pero me di seis meses para extender estas practicas profesionales preuniversitarias.

Mi jefe inmediato me hizo un espacio como asistente (sin paga, obviamente) para retransmitir por el 900 de AM, el programa de Ándale con Paco Stanley; sí, ese mismo que vestía y calzaba.

Amaba ir a trabajar a la honorable XEW, hasta la calle de Ayuntamiento 52. A veces podía subir al segundo piso del teatro Verde y Oro en el cual grababan el programa, si el público era escaso. Me caía bien el Paco, era chistoso, carismático, ocurrente y muy llevado, una vez vi trinar de coraje a Benito Castro cuando le embarró toda la cara de pastel.

Lo mejor de esas tardes de trabajo eran los invitados: desfilaron por ahí decenas de actores y cantantes, desde La chica dorada cuando empezaba (con su perfecta nariz), los Tacubos, Caifanes, Mijares, Emmanuel y hasta Thalia.

Me enteré que Fobia, mi grupo favorito en aquel entonces, se iba a presentar y llevé mis CDs para que me los firmaran; mientras Paco Huidobro plasmaba su rúbrica, le pregunté: «¿Cómo es que se te ocurren esas canciones?» Con cierta preocupación me contestó: «Eso mismo quiero saber, porque necesito más para el siguiente disco». Ese día, los de seguridad me llamaron la atención «Una empleada no puede molestar a los invitados». Me valió, de todas formas ni me pagaban así que empleada empleada pues tampoco era. #vacíolegal

Otro día al llegar vi un multitud afuera de la radiodifusora, me abrí paso con uno que otro empujón y el gafete de «Temporal», que amablemente me habían dado; fue el abracadabra para entrar.

Confundida y un poco mallugada me dirigí a la cabina para preguntar el por qué del tumulto. «Se va a presentar un español que canta la de Pisando Fuerte»…mi cara de emoticón sorprendido afloró y grité: «ALEJANDRO SAAAANZ». El productor, sin emoción, lo confirmó: «Ese».

Mi cerebro comenzó a pensar en la estrategia para colarme al interior del set. La gente comenzó a llenar cada uno de los espacios. Y cuando había demasiado público nosotros, los de radio, éramos simples mortales y no se nos permitía la entrada.

Comenzó el programa y hubo un poco de calma, por fin, recordé que el teatro Azul y Plata se conecta al Verde y Oro, ese era mi plan: entrar por el primero para alcanzar a ver por una abertura de la puerta lo último del programa.

Esperé a que los de seguridad brillaran por su ausencia y corrí a meterme al Azul y Plata; literal me agaché y comencé a gatear (no recuerdo bien por qué hice eso) pero mientras avanzaba con la cabeza mirando al suelo aparecieron ante mí unos zapatos negros, cual toma de película levanté la cabeza en cámara lenta hacia arriba y ¡pakatelas! era un guardia de seguridad; estoy segura de que se mordió la lengua para no soltar la carcajada. Me levanté y me dijo: «Ven por aquí» (en mi mente ya me veía entregando mi gafete) El guardia me dirigió hacia la puerta que conectaba los dos teatros, la abrió y cuando iba a irme hacia la derecha con el público me dijo: «Si quieres ver mejor, ve atrás de esa pared».

Yo muy obediente fui hacia la izquierda y caminé por detrás de la pared mencionada. Subí unos cuantos escalones y aparecí en el escenario a metro y medio de Alejandro Sanz, cuando faltaban menos de 5 minutos para que terminara el programa. Paco Stanley lo presentó y Sanz cantó Viviendo de prisa.
Terminó, se despidió de la audiencia y comenzó a decir adiós a los que estábamos atrás del escenario. Fue ahí, cuando con una gran sencillez y sonrisa se acercó a mí y me plantó un súper beso –en el cachete :(– jajajajajajaja.
Salió volando y yo igual por las nubes, sin pisar fuerte por varios días.

Aquí les dejo el clip del video del programa de 1992 (ya no me acordaba de lo guapo que estaba en ese entonces)