Mi propio sol

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Hace un tiempo hablaba con mi amiga Carla y le decía: «Si hoy tu cielo está despejado y sin nubes a la vista, aprovéchalo porque de la nada salen tormentas».
Y sí, la vida cambia en un segundo, estrenamos año, nuevos bríos y cuando estamos arrancando algo sucede.

El martes los niños regresaron a la escuela, ya nos hacía falta a todos, la verdad, y de repente por la noche, la nena me dice: «Me duele la muela» (Foc). La reviso y a simple vista no se veía nada, se durmió pero amaneció con cara de pocos amigos y con más dolor. Le di un antiinflamatorio, se fue a la escuela mientras que yo localizaba al dentista para sacar cita.

Después de lo que a mí me pareció una eternidad, llegó la hora de ir al consultorio y el diagnóstico fue: «Hay un absceso que va comenzando y después no va a aguantar el dolor. Podemos darle antibiótico, antiinflamatorio y hacerle una endodoncia o le sacamos el diente, ¿cómo le hacemos?». Imaginarán mi cara de terror y, sin poder decir nada, sólo me preguntaba: «¿Por qué a esta nena le pasa todo? El hermano ni una carie y ella ya lleva dos muelas rotas, una amalgama despegada y ahora esto».

La dentista prosiguió: «Yo recomiendo sacarla es de leche y, al fin y al cabo, se va a caer». No contesté sólo asentí. Inmediatamente se puso a la tarea de anestesiar a la nena. Después de inyectarla la mini me se puso a llorar (yo quería hacer lo mismo), se calmó y le dije que hoy llegaría el ratón de los dientes; a lo cual respondió que ella no quería que la visitara en la noche, no hoy.

Se calmó y la anestesia hizo su efecto, sentía hormiguitas y comenzó el destierro del molar. La nena como siempre entera, yo rezando para que se acabara el martirio lo más pronto posible. La pieza salió entera y la doctora le puso una gasa, nos dio instrucciones; ya en el coche le pregunté a Valeria que si le dolió cuando le inyectaron la anestesia, me dijo que no, que no le dolió nada; lloró por miedo a que le sacaran la pieza. Manejamos al súper y me sorprendía que hiciera bromas sobre la anestesia: «Siento la nariz dentro de la boca» y reía a carcajadas.

Me queda claro que esta niña vino a enseñarme muchas cosas: fortaleza, valentía y un gran sentido del humor. Es grande… es mi maestra.

Y sí, muchas veces nuestro cielo perfecto se nubla pero yo tengo la bendición de tener mi propio sol en casa.

Foto Irene

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8 comentarios sobre “Mi propio sol

  1. Decía mi madre los hijos son como los dedos de la mano ninguno es igual, por lo que de tu pequeña aprenderás unas cosas y de su hermano aprenderás otras, pero lo importante es que los veamos crecer sanos.

    1. Así es cada uno diferente y con grandes enseñanzas para mi. Y como dices lo más importante es que estén sanos y felices. Gracias por comentar 🙂

  2. Yo quiero el teléfono de tu dentista. He sufrido mucho con Julián y sobre todo con el hecho de que insistan en que no entre con el a la consulta. ¡Necesito alguien muy empática!
    ¡Felicidades a Vale por ser tan valiente!

  3. ¡Ah!, ¡qué sorpresa leer las primeras líneas! 🙂
    Coincido totalmente con lo que dices a pesar de que no tengo bebé. Hay veces en que mi hermana, mis primos, mis amigos o incluso si pongo atención hasta yo misma me sorprendo de lo que uno puede ser capaz.
    Creo que el punto clave es algo que tienes, y es el poder notar estos pequeños detalles. Siempre mantén eso y qué bueno que ya están mejor. Muack!!!

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