La quincena desapareció

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Gaby, una amiga mía, me mandó un video la semana pasada que se titulaba “¿Por qué las mujeres somos brujas?” Una de las razones citadas era: «Porque hacemos magia para llegar a la siguiente quincena» y es literal.

No sé si les ha pasado que el día 15 les depositan y el 17 ya tienen esta cara:

Foto Irene

Abracadabra, la quincena desapareció.

Les daré algunos consejos para estirar el gasto y hasta ahorrar:

1. Anotar cada uno de los gastos. Sí, es un fastidio pero es la única forma de localizar en dónde está el hoyo que se lleva el dinero a la dimensión desconocida. Lo mejor es anotar los gastos por dos meses seguidos para sacar un promedio y asignar un presupuesto.

2. Hacer un calendario de pagos. Esto es muy beneficioso para calcular gastos fuertes en el año: la tenencia en enero, inscripciones en febrero y marzo, fiestas de los peques, vacaciones y regalos en Navidad. La ventaja de ver la big picture es que podemos planear y preveer los gastos fuertes. Por ejemplo, reservar cada mes determinada cantidad para las vacaciones del verano.

3. Ahorro. ¿Cómo, si apenas alcanza? Yo decía lo mismo y desde hace un año comencé un experimento: ahorrar sólo los billetes de $20; quiero decirles que, en promedio, me llegan $500 mensuales en billetes azules. Una gran motivación para seguir ahorrando cada uno de los de $20 son las cosas que he adquirido con ellos: árbol de Navidad nuevo para mi casa, cartera y flats Tory Burch, colchón nuevo para mi hija y un collar LUMA divino. Este pequeño y constante ahorro crece como magia. Y es un mini bono que me doy por mi trabajo como mamá de tiempo completo.

Otra forma de ahorrar sin que nos cueste tanto trabajo es guardar en una botella de dos litros de refresco (vacía de favor) todas las monedas de $10. Aquí la diferencia es que no ahorramos todas las que nos llegan, sólo las que sobrevivieron al final del día. El 6 de enero comencé y llevo más de $5 mil así que hablamos de $400 pesos mensuales más o menos. El chiste es tener la fuerza de voluntad de no abrir la botella y sacar las monedas. Hay quienes me dicen que la botella llena representa $15 mil, y les creo porque llevo sólo un tercio.

Estos son mis tres pases mágicos con los cuales ustedes también pueden hacer ¡abracadabra! y crear un guardadito para darse un gusto, un regalo a su pareja o a los peques.

Aquí les dejo el video de por qué las mujeres somos brujas:

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En las mañanas

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«Corre, apúrate, ya vamos tarde, siempre dejas todo hasta el final; te lo dije ya no llegamos». Letanías diarias de todas las madres cada mañana o antes de algún evento importante. Nos generamos tanto estrés, y de paso, se lo generamos a nuestros hijos.

Así recuerdo que pasé los primeros años del kínder de mi peque mayor, si del kínder. ¡Qué ridiculez! Ahora en la primaria, llevamos casi seis años sin broncas. Sólo nos levantamos antes y dejamos preparado uniforme y mochila. Dos cambios hacen una gran diferencia ahora. No hay gritos, no hay reproches, el nene va tranquilo a la escuela.

Con la niña me he vuelto mucho más relajada. Pasé los primeros cuatro años del kinder llegando tarde. Sí, así de cínica; si la hora de entrada era a las 9:00, la levantaba a las 8:30 y llegábamos 9:30. Las misses hablaban conmigo (nunca en tono de amenaza ni mucho menos) y sutilmente me recomendaban: «Si llegara un poco antes, avanzaría más en inglés o en ajedrez». Me fui al otro extremo.

Este año, el último del kínder, hablé con mi hija y le dije que si quería llegar temprano a la escuela, la iba a tener que levantar una hora y media antes de lo habitual, a las 7:00 am para evitarnos los dramas, carreras y enojos. Estuvo de acuerdo. Ahora es de las primeras en llegar.

Sacrifico un poco de sueño personal, pero ella se levanta con calma, toma su leche, pone una película o su programa favorito, come un desayuno completo, va al baño sin prisas, la peino como me diga, se lava los dientes y escoge un juguete para que la acompañe en el trayecto (de 15 minutos), subimos al coche ponemos música, cantamos, nos damos un gran abrazo y varios besos. Le pregunto: “¿Quién te ama?” A lo que contesta: «Túuuuuuuu» o a veces responde: «Yo me amo a mí». Y llega el momento en el que la bajan del coche y, como desde el día uno, no voltea atrás. Las misses se sacan de onda; es que no saben que llevamos más de una hora disfrutando una de la otra.

Esos son los frutos de la paciencia, de dejar que corra el tiempo sin presiones, al ritmo de cada uno. Ejercer la paciencia no es en beneficio de los demás sino de uno mismo: menos enojos, menos estrés, más calidad de vida y un montón de detalles que por las prisas dejamos de disfrutar.

Foto Irene

Sin querer

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Hace unos cuatro años conocí a una pareja con tres hijas, de más de 20 años cada una. Recuerdo sus quejas sobre los novios, las salidas; los padres ahora llegan al punto en el que lo que más les preocupa es que les contesten el celular, literal me dijeron: «Deja lo que estén haciendo, lo peor es imaginar que hayan tenido un accidente o que las hayan secuestrado. Así que lo que les pedimos antes de salir de la casa es que contesten el celular siempre «.

Eso hizo que recordara una de mis travesuras cuando era recién graduada y no existían los celulares, bueno por lo menos yo no contaba con uno:

Era un viernes de 1998, mi papá ya había fallecido, mi mamá había ido a trabajar y mi hermano de seguro estaba con un amigo, o sea, estaba solita en mi casa y sin plan. Me llamó mi mejor amiga (también sin celular) y me invitó a pasar el fin de semana a Tepoztlán. Más me tardé en colgar que en tener lista mi maleta.

Traté de comunicarme con mi mamá pero ya había salido del trabajo y ¿qué creen? tampoco tenía celular. Obvio, mi hermano menos. Así que se me ocurrió dejar una nota junto a la tele (seguro mi mamá iba a prenderla para ver sus telenovelas así que era EL lugar para dejarle el recado):

Mami:
Me invitó Claudia a Tepoztlán. Regreso el domingo.
Besos, Irene.

Tomé un taxi a casa de mi amiga y pasé un gran fin de semana.

El domingo por la noche regresé y encontré a mi madre hecha un mar de lágrimas, mi hermano enojadísimo y yo con cara de «What?». No entendía nada. Pues resulta que la nota nunca fue leída, cayó debajo del mueble de la tele y desde el viernes en la madrugada yo era buscada en Locatel (6581111)

¡Ups!

Ahora, gracias a la bendita/maldita tecnología nadie puede desaparecer así. Si no te contestan, mandas tuit, checas el muro en Facebook, fotos recientes en Instagram o directo a buscar el check in en Foursquare. Además existen muchas aplicaciones para localizar el celular del sujeto en cuestión. Si esto no funciona, nada como checar los estatus de los amigos cercanos.

Hoy, hay un mundo que nos vigila.

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Receta secreta para sonreír

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Hace mucho una amiga fue con una psicóloga que le dijo que todos deberíamos tener tres recuerdos a la mano para cualquier día en el que parece que nada sale bien. Uno de amor incondicional, otro de logro y el último de alegría. Que había que recorrerlos mentalmente mientras apretabas la muñeca izquierda con la mano derecha. Así que cuando llegara el momento en que necesitaras esos recuerdos, con sólo apretar la muñeca izquierda podrías sentir amor, logro o alegría.

Yo muy obediente, lo hice. Aquí mis tres recuerdos importantes (recuerden que fue hace mucho, cuando era soltera y sin peques):

Amor incondicional. De los seis a los 12 años fui a clases de ballet, me encantaba, nunca fui a la fuerza, amaba las clases con el pianista en el salón, dos veces por semana. En la última clase abierta que tuve, la directora hablaba de los diferentes tipos de pasos y pidió a algún padre que pasara a practicar con ella y con su hija el vals.

El auditorio estaba en silencio, sólo uno levantó la mano, era mi papá. Yo que era la más penosa, seguro me puse roja como tomate. La directora colocó a mi padre entre ella y yo, dimos algunos pasos y vueltas mientras el pianista tocaba las notas musicales. Al final, la pena se transformó en alegría y en una expresión de amor verdadero de mi padre hacia mí. Nunca lo olvidaré.

Logro. Mientras estudiaba en Estados Unidos, el amor de mi vida (en aquel entonces) terminó conmigo y llegó mi salvavidas; Scott me sacó de la depresión y me subió la autoestima a mil. Un día salimos a bailar y a la salida me encontré a Dawn una de los siete roommates de mi ex. Dejé a mi novio en la barra mientras iba a saludarla, me dijo que me extrañaba mucho y que le daba gusto haberme encontrado ese día. Desvió la mirada y me preguntó: «¿Ves a ese chavo en la barra? Es el hombre más hot de la carrera, I want him!» Volteo y, efectivamente, era mi novio. Con una sonrisa de oreja a oreja le contesté: «I am sorry, he is MINE«.

La cara de emoticon sorprendido se quedó corta, me acerqué a mi novio, me dio la mano, salimos del bar y yo de lejos me despedí de Dawn con la misma sonrisa y con la sensación de ir sosteniendo un trofeo. Sabía que todas las noches, regresando del antro, los roommies se reunían a platicar, ella le iba a decir a mi ex que ya lo había superado, además con el hombre más sexy de la carrera. #EpicWin

Alegría. Una amiga de la carrera me invitó a mí y a otras de sus amigas, entre ellas a mi vecina Lisy, a Valle de Bravo un fin de semana. No recuerdo por qué pensamos que iba a estar soleado a mitad de septiembre, pero Lisy y yo sólo metimos shorts y trajes de baño en la maleta. Llegamos al destino, donde no dejó de llover durante tres días.

Para cualquiera, esto hubiera sido un drama pero el factor «amiga Lisy» cambió todo, el mismo clima era el pretexto perfecto para no dejar de reírnos de nosotras y de nuestras ilusiones de broncearnos. Para no hacerles el cuento largo, las asistentes al viaje pasamos esos tres días metidas en la recámara principal tonteando sobre todo y nada. No recuerdo haberme reído tanto en toda mi vida.

A veces hago el experimento de apretarme la muñeca y recordar estos tres episodios de mi vida; sigue funcionando. Si en este momento tomara tres recuerdos para grabar, estoy segura de que serían distintos y, lo más seguro, mis hijos estarían en cada uno de ellos. Pero no esta mal recordar que una también fue hija, que tener al novio más guapo fue increíble y que soy una simple de lo peor.

No hay forma que no sonría escuchando esta canción: