Soy totalmente Pancracio

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Iba a cumplir 17 años y estaba a punto de elegir área de estudio en sexto de prepa. Por un lado, mi padre que estudió Administración de Empresas me veía con ojos de que siguiera sus pasos. «Puedo ayudarte a conseguir trabajo más adelante» me decía. Y por el lado de Humanidades, mi opción B era Ciencias de la Comunicación.

Para ayudarme a elegir, mi papá me consiguió dos trabajos ese verano: uno administrativo, en Nafinsa, en el área de créditos a PYMES, y los domingos, en Televisa radio, en un programa de lucha libre en la mismísima XEW 900 AM.

Mi trabajo en Nafinsa fue muy divertido por los compañeros golondrinos (así llamaban a los asistentes que hacían de mandaderos, sacaban copias y eran proveedores de cafecitos a media mañana). Fuera de eso, lo administrativo no me hacía mucha gracia, aunque debo reconocer que mi jefe era un tipazo y hacía todo lo posible por incluirme en juntas y cosas no tan aburridas.

El trabajo del domingo, en cambio, era de lo más emocionante, nuevo y exótico. Fue mi primera vez en una cabina de radio, y no cualquiera, sino por la que cruzaron figuras como Cri-Cri, Pedro Infante y Agustín Lara, entre muchos otros. Como sea estaba en EL Lugar.

Mi trabajo era contestar teléfonos y pasar llamadas al conductor, que era el doctor Alfonso Morales (la voz del comercial de Bodegas Aurrerá, que anuncia a Doña Lucha). Visualicen a una adolescente fresa y completamente ajena al mundo luchístico tratando de entender la pasión que levantan personajes como: El hijo del Santo, Blue Demon, El perro Aguayo, Mil máscaras, Octagón, Kónan y El vampiro canadiense.

Ya que medio sabía los nombres, ahora tenía que identificar a los rudos y a los técnicos. Si, como en toda tragedia griega, hay buenos y villanos. Pero seguía sin saber qué era la lucha libre.

Un tiempo después, el doctor Morales nos dijo que teníamos que ir a ver las luchas y conseguir entrevistas para el programa del domingo. Yo quise hacerme ojo de hormiga, al final sólo contestaba el teléfono; no hubo forma, todo el equipo, los cuatro asistentes de producción (tres hombres y yo), teníamos que ir.

El viernes siguiente estuve muy puntual a las 7 de la noche afuera del gimnasio Juan de la Barrera para presenciar mi primera lucha libre. Nos sentamos en el palco de los locutores; Arturo Rivera que le iba a los rudos y nuestro jefe, el doctor Morales, que era técnico.

Poco a poco el recinto se fue llenando. Los lugares privilegiados estaban reservados para una que otra celebridad. En aquel entonces ocuparon los lugares VIP Eugenio Derbez y su novia del momento, Victoria Ruffo (si, ya llovió, de favor no hagan cuentas), y varios chavos tipo Los Nobles, que iban a echar harto relajo.

La producción no le pedía nada a cualquier evento de Las Vegas: sonido ensordecedor, humo y luces tipo antro para presentar los duelos, sin que faltara la modelo con micro shorts y pendejuela, con el número de combate. Cada luchador fue presentado cual rockstar, sus porras gritaban como si el mundo se fuera a acabar.

Empezó el show; sí, show, no pelea. Es un espectáculo completamente sincronizado. Eso si, todos los luchadores son unos atletas y acróbatas de primer nivel, que se dan con todo y se arriesgan a heridas verdaderas, eso no lo pongo en duda. Lo que llama la atención es el dramatismo que le ponen a cada caída y a cada golpe. Es un circo total y muy divertido. Reí a carcajadas y sufrí por los pobres mortales en las primeras filas a los que, de la nada, les caía encima un sujeto de más de 100 kilos, o tenían que esquivar un sillazo. Definitivamente la lucha libre es deporte extremo arriba y abajo del ring.

Esa primera vez estuvimos correteando al luchador más in del momento: Kónan, el bárbaro. Muy amable, el cubano nos concedió unas palabras; mi misión particular era tomarme la foto con un luchador ex-A-Tec, llamado Latin lover. Busqué y busqué por toda la arena (las puertas del mundo se abren con un gafete de prensa) y lo encontré (les aseguro que es cero fotogénico).

Foto Irene

Fui unas cuantas veces más, siempre fue muy divertido. Mi único objetivo, no alcanzado, fue conocer a El vampiro canadiense que, según las malas lenguas, no cantaba mal las rancheras.

Y si, después de estos domingos de lucha libre y radio, decidí estudiar Comunicación.

Esta canción es un must, siempre que la escucho recuerdo esta época y me pone de buenas:

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25 comentarios sobre “Soy totalmente Pancracio

  1. Somos contemporáneas… en esa época que trabajaste en la W, yo incursioné como fan en el mundo de las luchas. Vivía en Acapulco y desgraciadamente solo veíamos (mi hermana, una prima menor y yo) a los guapísimos luchadores, en las revistas. Qué mala onda que no se te hizo la foto con el Vampiro, te tendría muchísima envidia 🙂

    1. No me digas. La vez que fue al programa me enfermé 😦 ni modo así es la vida. Que divertido fue. Gracias por comentar y compartir. Besos

  2. Esta genial tu post!
    Lastima que no conocieras al Vampiro, de haber sido tu me quedaba de plantón para verlo jajaja me encantaba, creo que la lucha la veía por el.
    Nunca fui a las luchas, esos lugares no son para las niñas decía mi abuelita.
    Yo siempre fui obediente, luego conocí al que hoy es mi esposo.
    Que divertido leerte!

    1. Es que era por trabajo jajajajajaja no creas que me hubieran dejado ir así solita. Si fue súper divertido y al vampiro lo vi una noche en el bulldog (un bar) pero me dio pena pedirle foto. Una tan chic®

  3. Que tiempos aquellos!!! De hecho un buen conocedor del espacio y la arquitectura debe experimentar un espectáculo de lucha libre como tal.
    La concepción del sitio, la adaptación, el ambiente que se genera, las escalas y proporciones, la luz, las emociones… El todo!
    Que padre experiencia!!!

  4. No, bueno! Te imaginé perfecto contestando las llamadas y aprendiéndote los nombres de los luchadores jajaja mi primera vez en las luchas fue hace como dos años y me divertí mucho.

    Y, sin duda, elegiste la mejor carrera 😛

    1. Me hacia muchas bolas entre blue demon y blue panther, mil máscaras y máscara sagrada jajajajajajaja en fin es un mundo en si. Gracias x comentar 🙂

  5. ¡Qué risa!… de haber sabido que morías de ganas de conocer al vampiro te hubiera invitado a alguna de las grabaciones en donde estuvo montando coreografías de peleas! jaja.. Es un tipo simpático, aunque si te lo encuentras en la calle seguro te pasas del otro lado. 😉

  6. Guau… que mejor manera de saber cual era tu carrera ¿no?

    Lo que sí no sabía, y ni me imaginaba que Latin Lover es Ex-A-Tec… 😀

    En tus respuestas a nuestros post ó comentarios dices : «…..sigue leyendo.»
    yo te digo: Sigue escribiendo 😉

    Gracias por tu relato !!

  7. Yo no soy de su época pero a los de la canción los conocí muy chica por la tele, éramos cinco hermanas y hacíamos el cuadrilátero con todas las cobijas. De la casa, nos sabíamos todas las llaves ,la quebradora,la tapa tía, las tijeras voladoras,etc. La única vez que he ido a las luchas fue en Acapulco porque luchaba «el fantasma de la quebrada» , que era el jardinero de la casa de mis mejores amigos, fuimos y como a los 10 minutos de la pelea aventaron a nuestro fantasma y nos cayo encima, pero al final gano, las luchas en mi infancia son de los recuerdos más divertidos.

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