Si quieren algún consejo objetivo y certero sobre su relación amorosa pregúntenle a mi mamá, 99% de las veces tiene la razón. Mis amigas iban a visitarme pero creo que era para platicar con ella y que les aconsejara qué hacer con sus galanes. Así los veredictos: “te pinta el cuerno, búscate otro, estás muy bonita”; “no te busca, no le llames ni le contestes en tres días”; “bebe mucho, nunca cambian, no te hagas ilusiones”, etcétera. Rudo y directo. Siempre me decía: «Cada quien busca su cebollita para llorar»
Es cierto ¿por qué caemos con especímenes nefastos?
Una de mis peores cebollitas fue un chavo muy carismático, asistente del profesor de una materia en la universidad. No era para nada mi tipo pero creo que ya mencione que era carismático, además muy detallista. Aunque diario lo veía en la universidad a las 6:30 am, ya había pasado a mi casa a dejarme un chocolate, nota o una piedra (true story) y obvio tenía que buscarlo para agradecerle el detalle (yo siempre tan chic®, maldición).
Total, que casi al final del semestre por fin empezamos a salir. Me presentó a toda su familia y amigos, lo acompañaba a sus partidos, iba a mi casa, se ganó a mi familia. Sólo había un pero, como era cuasi maestro no podíamos decirle a nadie en la universidad que estábamos saliendo, wow lo prohibido, no estúpida ahí estaba una mega red flag que debí haber visto.
Eso a mi mamá de entrada no le gustó, pero yo le aseguré que ya me había presentado a su mamá, a su hermana, a sus amigos, que la fregada (negación que le llaman). A la semana fui con mis papás a una Expo y ¿a quién creen que me encontré comiendo con otra? pues si, a mi novio que no me había llamado en todo el día. De entrada casi se ahoga con el bocado, y para acabar la chava se tuvo que presentar sola porque este cuate se quedó sin palabras.
Inmediatamente después del episodio no quería ni voltear a ver a mi mamá, quien sin pedírselo me dio su opinión: «No me late, si es su amiga y no estaban haciendo nada malo ¿por qué los nervios?» Y remató con un: «Ha de querer salir con ella también». Yo muy cool, sin darle importancia, le dije que ella trabajaba en el Tec (lo cual era cierto) y que de seguro fueron a la Expo como amigos. Mi madre me fulminó con: «Qué conveniente para él que nadie en la universidad sepa que son novios». Foc ¡so true!
Desde ese día saqué mis antenitas para buscar otras señales que me mostrarán si era o no, una cebollita para llorar. Durante las siguientes tres semanas (solo duramos cuatro) descubrí que no era una cebollita común y corriente si no el rey de la cebollas; por distintos círculos de amigos me enteraba que tenía otras novias y me aseguraban los conocidos de cada una, que ella era la mera mera; que ya se iba a casar con una, que ya le había dado el anillo a otra pero se fue a estudiar fuera, o que llevaba desde el kinder con la última. Total que las inocentes y sus amigos cercanos juraban que este hombre sólo jugaba conmigo. No, el muy cab…ezón salía con cuatro. Para rematar una de las otras pen…santes se llamaba ¡igual que yo!
De repente mi cabeza empezó a maquinar un plan para desenmascararlo, no podía llorar por alguien así aunque fuera la más lacrimógena de las cebollas. Salí con mi mejor amigo al antro de un conocido del señor Cebolla (sabía que le contaría que fui con otro) y a la semana siguiente salí con unas amigas y providencialmente me encontré a sus mejores amigos de fiesta, por supuesto tomaron nota de con quién hablé, bailé y de hasta lo que tomé.
Ya se imaginarán la furia del señor Cebolla. Me invitó a tomar un café porque teníamos que hablar (uuuuuuuy).
Pasó por mí y después de cinco minutos en el coche empezó a reclamarme que yo había salido sin él y me exigía explicaciones. Yo, con toda la tranquilidad y chicness de la que fui capaz, le contesté: «Perfecto, yo puedo decirte lo que quieras pero tu me tienes que contar tu vida o si prefieres te la cuento yo». El otro, con ojos como platos, no había previsto en lo absoluto una reacción así y continué: «¿Quieres que empiece por fulana, zutana o la tocaya?» De acordarme me da risa. Ni siquiera llegamos al café, me regresó a mi casa, me pidió sus cosas (una sudadera, dos fotos y un cassette) se las devolví y le pedí que me regresara un CD que le había prestado. Se fue y nunca lo volví a ver, afortunadamente el semestre había acabado y no regresó el siguiente.
Estaba mas que triste, enojada y planeaba ir a su casa a exigirle mi CD y otras cosas que se había quedado. Mi papá me lo prohibió. «Más se perdió en la guerra», dijo. Igual que mi mamá, tenía razón.
Esta canción venía en el CD que nunca volví a ver. Muy ad-hoc.
¡Qué tipo! jajajja me reí cañón con «me pidió que le regresara sus cosas»… ¿por qué hay una edad en la que tenemos «sus cosas» y tienen «las nuestras?.. y cuando terminamos, la mayor ofensa es que te las regresen jajaj
Yo reí mucho tambn recordando esos detalles. Jajajajajajaja.
jajajaja sus cosas!! Trístemente, yo una vez me enteré de que el susodicho había decidido terminar porque me mandó mis cosas con su chofer, incluida una nota donde muy amablemente pedía las suyas, incluyendo su pasaporte, el cual, muy prudentemente «extravié» por unos días. Ándele, por gacho maleducado y no darme la cara! jajajaja
Ah si cero chic® mandar a alguien x sus cosas. Gracias x leer Liz.
Jjajajja, no pude con la risa con el uso de las cebollitas como símil de un ente que te hace llorar. Aplausos.
Gracias Inphidelio!!!!!
Jajajajaja, tu mamá lo máximo, y tu cebolla, pues todas tuvimos una así, creo que yo fui cebolla de alguien, pero no por mala onda, un amigo que quería algo más y no aceptaba que yo estaba «enamorada» de alguien más, él se quedo con mis cosas, que incluían dos cassettes de Fobia…
Tocaste un punto importante todos hemos sido cebollitas también. Fobia rocks!!!! Gracias x leer y comentar.
Wow! Que tipejo! Tristes cebollitas y nositras tan lelas, pero bueno. Gracias a esas cebollitas, pude elegir mejor. ^.^
Aprendes a escoger mejor, muy cierto!!!!
Me robo la frase de tu mamá, es buenìsima 😉 y tan cierta…
Toda tuya!!
Tu mamá tiene toda la razón y siempre he dicho lo mismo: si no son mas que amigos ¿porqué los nervios?. Así es esto de las cebollitas. Me encantó tu texto. Un beso.
Gracias Rox 🙂